Pluma goteante entre hojas vírgenes. ¡Ironía! Las palabras callan cuando el cuerpo se expresa... Remolino de emociones derraman la tinta sobre el papel.
Pronunciar tu nombre apenas alcanza un balbuceo un susurro que se cuela entre las lenguaradas del viento y termina desvaneciéndose inadvertido en esta tarde de horas que se suceden irremediables sin traer nada consigo ni siquiera una llamada equivocada que me haga recuperar por un momento la esperanza de que deseas volvamos a hacer nuestra una noche de alquiler.
Deja que mis ganas te encuentren en medio de la oscuridad y mis dedos inquietos vayan como luciérnagas iluminando los rincones de tu cuerpo taciturno. Que el aroma prófugo de los poros de mi piel sea la brújula que te indique mi norte cuando me halle perdida en tu sur y mi soplo agitado, perfumado de vino blanco el viento que ponga a girar nuevamente el anemómetro de tus deseos.
Quisiera amarte esta noche en la oscuridad de un cuarto entre la suavidad de unas sábanas el frío que se cuela por las rendijas de la ventana y el sonido a lo lejos de unas noticias porque se nos olvidó apagar la televisión...
-o- Me deseas entre comparsas y negritas reinas del placer y la lujuria danzando al son de la excitación. Risas, cantos, maromas, vértigo del que salta en sancos entre serpentinas enredando tu cuerpo pintura aceitando tu humanidad recubierta y papelillos nublándote la mirada....
-o- La brisa tu piel tersa entre mis manos. Pequeñas gotas de lluvia tu sudor regando mis poros para refrescar mi calentura. Jirones de tela danzando en la ventana los vellos de tu pecho bailando al son de mi respiración agitada...
Las palabras se desprendieron del manto blanco donde reposaban con sentido, pero sin ti; se echaron a volar al viento, libres; evaporaron el grafito que les dibujaba fronteras cobraron voz; se volvieron nuevamente eco en los rincones de tu piel gemidos escapados al lado del lóbulo delicioso de tu oreja. Quizá por eso ya no escriba tanto...