lunes, 29 de octubre de 2007

CAPRICHO


Desata los zapatos de la pasión.

Suelta las hebras de la locura.

Vuela las gafas de la cordura.

Desnuda las ganas del corazón.

Hazme tuya otra vez.

sábado, 27 de octubre de 2007

CÓMPLICE



Sin anuncio te presentaste
sorprendiéndome por un costado
amigo viento, ¿cómo has estado?
¡qué bueno que regresaste!

A baja voz me comentaste
que ayer lo habías visitado
preguntándote con asombro: ¿cómo está, ha cambiado?
y si acaso de mí le hablaste.

Cada vez que puedo, me contestaste
aunque no fue mucho lo revelado
porque ¡cómo es de reservado!
ese hombre con quien te cruzaste.

Es así, acertaste
asentí con mi tono alzado
con algunos también seco y malhumorado
aunque su modo de sentir para mí baste.

Esta bien, aceptaste
siendo así mi tarea ha culminado
recordándote que como un día me confesaste
siempre seré tu cómplice enamorado.

Anunciándote te esfumaste
dejando frío mi costado
amigo viento no te he olvidado
desde la última vez que conmigo conversaste

jueves, 25 de octubre de 2007

ODALISCA



Amarte como una odalisca
como la querida
la mejor de tu harén, la elegida por el azar
eso es lo que quiero.

Cuando llegues
cuando vuelvas a estar aquí...

Amarte como una odalisca
como la querida
sin necesidad de tocarte para excitar tus sentidos y rincones
tan sólo el vaivén de mi vientre, la ligereza de mis hombros
y la danza sutil de mis manos con los velos que me cubren:
derecha...izquierda...arriba...abajo.

Cuando llegues,
cuando vuelvas a estar aquí...

Amarte como una odalisca
como la querida
haciendo que tus ojos bailen también con la cadencia de la música
y que como yo, tu piel sienta
cada golpeteo de los tambores:
lento, lento, lento... rápido, rápido, muy rápido.

Cuando llegues,
cuando vuelvas a estar aquí...

Amarte como una odalisca
como la querida
para llevarte a desaparecer en la noche, en el viento
en el silencio
y quemarte en esta pasión que arde por ti.

Todo cuando llegues,
cuando vuelvas a estar aquí...

miércoles, 24 de octubre de 2007

JUEGO DE MIRADAS


Me miras,
inocente de que desde hacía minutos
sabía de tu presencia.

—Prefiero seguir el juego...

No tienes reparo en conceder un paseo a tus pupilas,
deslizándolas alegremente por encima de mi ropa
imaginando quién sabe qué cosa
con el cuerpo que se oculta detrás de ella.

—Casi puedo sentir tus caricias...

Decides hacer alto en mis caderas,
dibujando sus curvaturas con la expresión de tu rostro
mordisqueándote los labios mientras las recorres
murmurando palabras que no me haces llegar.

Hasta que te detengo en tu aventura,

—Me encanta verte sonrojado...

para convertirme en quien ahora te observe
serpenteando a través de las ondas de tu camisa
para rozar tu cuello
y después dejarme caer por el tobogán de tu espalda
hasta llegar a tu sexo.

— ¡Cómo excitas mis sentidos!..

viernes, 12 de octubre de 2007

SUSPIRO






Suspiro
al no poderte besar.
Recuerdo
al no poderte tener.
Duermo
para poderte soñar.
Despierto
por si te vuelvo a ver.
Suspiro
porque en mi mente no dejas de estar.

jueves, 11 de octubre de 2007

ESTO



Siento
sin importarme de qué se trata
sin intentar definirlo
para no responder a preguntas
que aún no han sido hechas.

Siento
tus labios hoy besarme
tus caricias recorrerme
la vivencia que recuerdo ya es
el destino que alguna vez realidad será.

Siento
tus palabras hablarme
y con tu ser desconocido comunicarme.

El viento rozando mis mejillas,
y a solas el agua caer sobre mí
y bañar mi cuerpo.

¿Qué piensas?
Nada, sólo siento.
¿Qué sientes?
No lo sé, sólo es esto.

martes, 9 de octubre de 2007

ANSIAS DE TI




Llegan sin anunciarse.

Trato de imponerles horarios,
pero son ellas las que terminan violando los míos.

Les digo que estoy sola,
y eso basta y sobra para que me acerquen tu compañía.

No teniéndolas
sé perfectamente cómo satisfacerlas,
mas apoderadas de mi cuerpo,
soy incapaz de consolarlas por mí misma.

Son mis ansias de ti.

lunes, 8 de octubre de 2007

A DOS CUERPOS


Y allí te encontrabas, mirándome, mientras mi cuerpo, sentado junto al tuyo, debatía con sus sentidos para ver cuál tendría la primicia de darle la bienvenida a tu piel esa noche, y de empezar a tejer caminos de placer a medida que los hilos que nos cubrían fueran cayendo uno a uno destejidos en el suelo.

Pocos segundos bastaron para que mi boca fuera la que saliera al paso, importándole nada si había sido la elegida o no, al ser incitada por su fiel inquilina, siempre húmeda e inquieta, quien deseaba probar nuevamente el jugo de tus labios; esos que al besarlos siento que se pierden en los míos, se entregan al disfrute, para luego corresponder también con mordiscos y jugueteos.

Recuerdo, tu lengua estaba algo tibia, y tu saliva, burbujeante, supongo que por lo agitado de tu respiración, quien en sus impulsos pronto llevó a tus manos a acompañar aquella danza oral con caricias a mis caderas, a mi entrepierna. Aún tenía ropa, pero cómo sentía a tus dedos adecuarse tan perfectamente a mi fisonomía: subir y bajar las líneas rectas de mis piernas y moverse circularmente cuando se topaban con las redondeces de mis glúteos o el bulto de mis muslos.

Ya rozábamos la cama. Tú, de espaldas a ella; yo, lanzada sobre ti. Qué excitante fue verte desde arriba, en picada, con la luz iluminando tu rostro, y tu cuello y tu pecho asomándose a través de tu camisa. No dudé en abandonar por un momento tus labios y saltar hacia aquellos, para así también degustar de sus néctares y olores.

Pero poco me dejaste saciar esa ansiedad, al sorpresivamente darme vuelta y tomar el control de la situación, subiendo el suéter que llevaba puesto y desabrochando mi sostén, para con tu ya caliente lengua recorrer mis senos, pequeños como magnolias, pero no por eso menos sensitivos.

Ellos respondieron rápidamente a tus coqueteos, haciéndome experimentar esa sensación que aún no logro describir con palabras, sólo que me hace desearte más y quererte dentro de mí. Creo, lo intuiste. Pues cuando decidida estaba a pedir tu entrada en mis profundidades, quitaste con precisión mi correa, bajaste el cierre de mi pantalón y me despojaste de él en cuestión de segundos, violando los límites que te interponía mi ropa interior para encontrarte con mi sexo, humedecido hasta el abuso, tórrido.

Fueron tus dedos los que se aventuraron a incursionar en aquella caverna de la que brotaban manantiales de placer, escurriéndose suave pero firmemente entre mis pliegues. Los sentí bañarse en mis fluidos, y de forma audaz moverse entre ellos: a tiempos subiendo, punzando; a ratos saliéndose y aderezando mi clítoris con mis almíbares.

A aquel deleite se unió también tu lengua, quien de mis senos fue bajando lentamente por mi torso, mi vientre, y de allí, con ayuda de tus manos que me zafaron de mi hilo dental, se adentró en mi vagina, provocando que me perdiera en ella: erecta, juguetona, deseada, perfecta.

¡Ya!, anhelaba que te vinieras a mí, y que con tu ser poseyeras mi existencia, dejando grabada tu firma en mi interior, en esta historia escrita a dos cuerpos; mas nuevamente tomaste la batuta, y ante mis intentos de desnudarte, te levantaste y preferiste hacerlo solo, quedando apenas tu zona baja cubierta.

Verte semidesnudo inquietó aún más mis sentidos, quienes no dudaron ni un instante en ir en busca de tu piel y sumergirse en ella. Rápidamente fui por tu boca, ¿cómo no, si fue a la que primero conocí?; pero el saber al mismo tiempo de tu cuello, de tu pecho, de tu ...., me hizo descender hacia ellos y lamerlos, olerlos, morderlos.
Debo confesarlo, de todos, mi preferido fue tu sexo, al presentirlo hinchado debajo de sus vestiduras, y verlo erecto cuando te despojaste de ellas, luego de que te preguntara pícaramente si era posible.

Tenerlo entre mis labios, sólo para mí, me excitó hasta la saciedad, más aún cuando sorpresivamente me regaló un sorbo de su licor exquisito.

Saboreando todavía lo salado y dulce de ti, ascendí a tus labios, buscando compartir con ellos aquel néctar, como bien lo habías hecho tú con el que extrajiste de mí. Y fue allí cuando tus ganas y las mías finalmente se fundieron.

Mi intimidad, empapada, recibió a la tuya, desesperada, revolviendo mis adentros con punzantes placeres, con vaivenes que me hacían escapar uno que otro grito silencioso y tensar mis músculos.

No, no quería que te salieras. Quería más y más; mantenerte aprisionado en mis adentros por más tiempo. Así, así como lo hice la segunda vez, cuando mi ser te contempló nuevamente desde arriba, y se meneaba, primero con calma, y luego con un ritmo acelerado que hacía chocar tu sexo contra ese lugar elevado que despierta mis orgasmos, acalla mis palabras y me aliena de mí misma.

Ése, ése que te hizo sentir también lo que sentiste, y que posteriormente te llevó a derrumbarme para venirte más sobre mí y acabar en un gemido.

miércoles, 3 de octubre de 2007

DESTINATARIO




Conjúgame verbos
para así acompañar mis gerundios
con presentes y futuros.



Dibújame retratos de lápiz y papel
que aunque no sean tu copia fiel
me mostrarán lo más humano de ti.



Plantéame incógnitas
para así relativizar mis certezas
y volver a creer que son posibles las sorpresas.



Ofréceme pistas
que más allá de descifrarte
me inviten a estudiarte.



Regálame aromas
para así impregnar mis sentidos
y dejar aquí los recuerdos de lo vivido.