
de oídos hipnotizados por melodías,
de cuerpos perdidos en el ritual
que marca el frote de unas caderas inquietas,
el sentir de una espalda sudada,
el encuentro de dos rostros:
uno que quiere descansar, y otro que anhela más.
Hoy es noche de baile, pero Mi baile.
En este anochecer quiero volver a moverme como antes,
quedar absorta en la rebelión de mi cuerpo,
ese que hierve al sonido de unos tambores, unos timbales,
y sólo desea danzar al ritmo que le brota de las venas para poseerlo.
Hoy quiero estremecerme al son de rápidas cadencias,
de lentas notas que me lleven al más placentero vaivén.
Esta noche deseo bajar y volver a subir,
de nuevo experimentar la sensación de unas piernas enloquecidas,
un pecho palpitante y un alma que se niega a parar.
Hoy quiero sentir nuevamente calor,
tantear mi ropa empapada y mi cabello mojado de sudor.
Esta noche quiero que sea una en que no existe nadie más que la música y yo,
ansiosa de que siempre esté oscuro,
para que se repita una y otra vez.