Te fuiste, me fui
y nuestros pechos dejaron de latir aceleradamente acompasados
para empezar a palpitar cada uno a su rapidez
porque aunque muy distintos
siempre compartimos la impulsividad, el arrebato
y eso nos hizo amarnos.
Te fuiste, me fui
y nuestras manos dejaron de entrelazarse, haciéndose una sola
para empezar a estrecharse entre ellas mismas
izquierda con derecha
porque aunque muy distintos
siempre compartimos la utopía de la complementariedad
y eso nos hizo amarnos.
Te fuiste, me fui
y la luna dejó de ser la que sonriente alcahueteaba nuestros paseos
para convertirse en el farol que hace ahora menos negra la noche de cada uno
porque aunque muy distintos
siempre compartimos la locura de hablar con la naturaleza
y eso nos hizo amarnos.
Te fuiste, me fui
y las calles dejaron de ser el lienzo donde escribíamos nuestra historia a cada paso
para volverse sencillamente el piso que soporta nuestra golpeada existencia
porque aunque muy distintos
siempre compartimos la búsqueda de nuevas rutas que caminar juntos
y eso nos hizo amarnos.
Te fuiste, me fui
y las mariposas que revoloteaban en nuestros estómagos dejaron de aletear
para permanecer inmóviles hasta que el viento del amor las vuelva a inquietar
porque aunque muy distintos
siempre compartimos el alma de niños soñadores
y eso nos hizo amarnos...