jueves, 30 de noviembre de 2006

A USTED, DESCONOCIDO SEÑOR

A continuación una contribución de alguien que en un momento sintió, decidió callar, pero pronto se arrepintió y accedió a desahogarse.
De antemano, gracias.



A usted, Desconocido Señor:
Me cansé de esperarle, Amor de la nada,
rostro multiforme ambulante entre la gente.
Amor que no es, escurridizo, inasible.
No tuvo usted el valor de encararme antes,
¿por qué me acusa de indiferente ahora?
Puede plantárseme enfrente, si es que eso se le antoja,
llamarme por mi nombre, pulsarme la memoria.
Le juro, no he de recriminarle por ninguna de sus acciones,
es usted dueño de sí,
después de todo, ¿quién soy yo para impedirlo?
Pero créame cuando digo, hace tanto me convenció
que no vendría hasta aquí, mi estimadísimo Señor,
y hoy carezco de modo alguno para saber reconocerle.
Amor fraudulento, cuánto me esforcé
en buscarle, ciertamente,
intentando indagar pista fehaciente de su existencia, ¿aún lo duda?
Acaso para ese entonces no resolviera evadirme
o decididamente darme la espalda,
invocando la legitimidad de unas razones
que sólo a usted le pertenecían.
Me temo que no tuve más remedio que apartarlo, no me culpe,
en medio de una mezcla de desconcierto y sobresalto,malogrado sentimiento.
Admito que renegué de usted, ¿para qué mentirle?,
y en adelante no me estuvo dado el aguardarlo.
Le perdí la confianza, y eso no tiene reparo.
Si después hubo ocasión en la que apenas nos rozamos,
y me miró desde otros ojos,
por favor disculpe usted mi descuido, mi recelo o mi descaro.
Haga de cuenta que se trató de un desencuentro
como tantos otros que le han pasado,
nunca fue mi intención ignorarlo,
tal vez, simplemente, me sea imposible advertirlo.
¿Se siente usted ofendido, burlado en su buena fe por mis palabras?
Entiendo que tal cosa le ocurra.
antes bien le colmarán de halagos en procura de sus favores.
Lamento, en serio, ser precisamente yo quien le incomode,
tanto o más que como lo hice ayer, guiada por aquella
pregunta tan ingenua como exasperante: ¿es usted para mí?
Ya ve, me quedé con la desesperanza que no
a la final, con la soledad a cuestas.
Sepa usted que no me basta la frase “mañana habrá tiempo”,
me suena a consuelo vago de quien se confiesa, cínico, un ingrato.
No me place el anhelarle, me aburre languidecer en las horas,
no presto oído a sus demandas.
¿Cómo hacerlo si, de antemano, nunca me enseñó a escucharlas?
El camino se truncó, mi querido Señor,
y no hay manera de que alcance mi destino.
Pretendido Amor,
qué más da, ya qué importa.
Siga de largo como antaño, abandóneme definitivamente,
porque yo no lo espero.

NO SIENTAS TODAVÍA, CORAZÓN


Te conozco muy bien corazón.
Sé que algo está pasando dentro de ti.
De nuevo te percibo ansioso, intranquilo, emocionado.
¡Alto!
¿No entiendes que esto apenas es un experimento?
Sí, sólo un acercamiento.
De esos que tú conoces.
De esos que ya has vivido.
De esos que te han conducido muchas veces al dolor.
Entiendo que quieras volver a ser amado.
Entiendo que quieras volver a amar.
Pero, ¡espera!
Últimamente has sufrido, por no haber esperado,
por no haber aceptado escuchar a alguien que no fueras tú.
No vuelvas a cometer el mismo error.
Aprende al menos por una vez.
Corazón inquieto, aún eres joven.
No caigas en la tentación,
menos en la desesperación.
Ahora es que te queda vida.
¡No!, no te me desilusiones,
tampoco me mires así.
Créeme que es por tu bien.
Créeme que después me lo vas a agradecer.
Corazón tremendo, por favor, no sientas todavía.

martes, 28 de noviembre de 2006

PUNTO Y FINAL

Intranquila te aguardo en aquel lugar, nuestro lugar.
Nerviosa te presiento en cada paso que escucho tras de mí, en cada sombra que se acerca, pero que luego toma otro camino.
Nerviosa, como el primer día, como cuando veía tu rostro dibujado en cada caminante, y a la vez no lo identificaba en ninguno. Como cuando sólo una promesa nocturna me hacía confiar en que no me dejarías plantada, y unos breves mensajes me confirmaban que no eras ninguno de los que había pasado de largo, viéndome apenas de reojo:
—“¿Ya llegaste? Yo aún no he llegado...”
Por un momento creo que sí puede ser posible, que a lo mejor sí podemos retomar lo que quedó suspendido en el aire, sin ninguna decisión, ni siquiera un “vamos a darnos un tiempo”. Sin embargo, una voz me confirma lo contrario: tu voz.
No puedo negarlo, los años han hecho estragos.
Mientras tú sigues siendo el mismo: la misma mirada diáfana que confirma que todo cuanto dices es cierto; la misma expresión de masculinidad con ciertos destellos de inocencia infantil, yo por el contrario soy otra, alguien con nuevos sueños y nuevas exigencias, alguien que ya no te ama.
Perdóname, pero estoy seca. Perdóname, pero se me acabó el amor que por tres años te brindé hasta saciar cada rincón de tu cuerpo, de tu corazón. Desapareció la cordura y la fidelidad que por tanto tiempo hicieron de ti mi única existencia.
Perdóname, pero te esfumaste de mis pensamientos.
Hay instantes en que me siento la peor de las mujeres, por haberte conducido hasta aquí, por haberme cruzado en tu camino. Eres quien mejor me ha querido. Pero, así es la vida, injusta, y si te sirve de consuelo, piensa que así como te estoy haciendo sufrir, alguien tal vez me lo hará sentir en un futuro.
Entiéndeme, ya no puedo seguirte mintiendo. Ya no puedo seguir evitando una conversación que debió ocurrir mucho antes.
Ahora que estás aquí tengo que dejar salir todo cuanto tenía represado. Ya no puedo seguir condenándote a una cadena de infelicidad.
Entiéndeme, ya no hay un nosotros. Lo único que hay es un punto y final.

domingo, 26 de noviembre de 2006

FASCINANTE DESCONOCIDO




Fascinante desconocido, aquí estoy. Hoy es una de esas noches en que mi inconsciente se ha empeñado en llevarnos a un encuentro. Sin embargo, a diferencia de otros días, hoy te espero preparada, sabiendo el lugar que has escogido para la ocasión y la ropa que debo tener para que estemos completamente cómodos.

Tu rápida llegada ni siquiera me deja anhelarte y desearte. Tus ágiles movimientos apenas permiten que eche a volar mi imaginación para recibirte con la mejor caricia, el mejor beso.

Rápidamente percibo el olor de tu piel. Como siempre, cada región de tu cuerpo se encuentra vibrando y sudando, aunque de nuevo es tu poblado pecho el que concentra mi atención. No lo dejo de tocar, no lo dejo de manosear, no lo dejo de...

Sin pensarlo te despojo de tu camisa, y tú me despojas de la mía. Como un vampiro sediento asaltas mi cuello y empiezas a devorarlo con desespero, como si temieras por un instante que fuera a escapar. Siento tus dientes, siento tu lengua recorriéndolo...Siento tus ansias por poseerme.

Ya estamos conectados. Los latidos de mi corazón y el tuyo se han fusionado en uno solo. Quiero corresponderte a lo que me haces, quiero explorarte como tú lo estás haciendo conmigo.

Tomo tu cara entre mis manos y pierdo mi mirada entre tus ojos. Acerco mi boca a la tuya, me adentro en sus profundidades, juego con su inquieta habitante, saboreo cada gota de saliva producida tras tu jadeo. Me gusta, me gustas.

Por unos momentos me aproximo a tu barbilla y a tu cuello. Acompaño la visita con mis dedos, tratando de reconocer su fisonomía, su textura. Pero, de nuevo regreso a tu boca, a tus labios. No puedo evitar morderlos y presionarlos sin parar. Son voluminosos, suculentos, desatan mi apetito.

La oportunidad se acerca, la consumación...Con cuidado descendemos al tan esperado lecho. Está suave, frío, arreglado, sin duda totalmente diferente a como quedará después.

Sin embargo, algo está mal. Voces extrañas comienzan a venir hacia mí. Me desconcentran, me despiertan. Siento que te vas, que te difuminas.
—No, ¡no lo hagas!, te grito.
—Es inevitable, me respondes...

Fascinante desconocido, desapareciste, a pesar de que yo sigo aquí. Nuevamente la realidad nos ha separado, sin terminar lo que desde hace tiempo hemos iniciado. Ya todo vuelve a ser silencioso y oscuro, como antes de tu presencia. No puedo hacer nada, solamente decirte:
Aquí te estaré esperando...

sábado, 25 de noviembre de 2006

DURA...

Dura.
Dura la situación que plasmo en estas líneas.
Dura la sensación de querer y no ser correspondido.
Duro es saber que la persona por quien tiemblas, sonríes o lloras, no siente lo mismo por ti.
Que tus acciones no son lo suficientemente fuertes o importantes para estremecer su existencia, lograr que su día sea distinto porque tú estás allí,
y conseguir que diga que está feliz a tu lado,
y recuerde cada beso y cada momento como tú lo haces.
Duro es idear cada día una forma de conquistar su corazón,
y luego darte cuenta que fracasaste en el intento,
que sus pensamientos no han cambiado,
y que no hay un atisbo de amor compartido.
Duro es luchar por un cofre para descubrir que está vacío,
y que no tiene nada que ofrecerte,
pero más duro aún es preferir conservarlo así a tu lado,
porque es lo que siempre habías querido: tenerlo cerca.
Dicen que si cayó el Muro de Berlín es factible que caiga cualquier cosa,
pero hay decisiones que son como unas murallas muy difíciles de derrumbar,
por más que haya interesados tratando de hacerlo.
Porque si algo es bien sabido es que, no importa el instante ni cuánto lleve,
cada quien es dueño de sus actos y decide quién entrará y saldrá de su vida.

DESAHOGO


Qué difícil es pensarte y no sentir dolor.
Qué difícil es mostrarme contenta cuando no lo estoy.
Desde ayer ya nada es igual.
Ya no miro hacia el futuro con esperanza.
Yo no te miro con la ternura de quien ve al otro que sabe también enamorado.
Ya no tengo imaginación para escribirte.
Ya no tengo entusiasmo para buscarte.
Y es que pienso que ya nada importa,
que de este cambio tampoco te darás cuenta.
Porque yo soy sólo eso para ti,
una realidad inmutable pase lo que pase,
haga lo que haga.
No sé si vale la pena continuar con esto.
No sé si vale la pena terminarlo.
Lo único que sé es que me hace daño,
y que al menos que hagas algo fuera de lo común,
en mí continuará muerto el ímpetu de ayer.

CONFESIONES DETRÁS DE UN VELO

"Mi error siempre ha sido callar, por eso ahora decidí escribir"
Lunes, ocho de la mañana. El gran momento parece haber llegado. Plantilla, descripción, fotos, posts de la semana, todo aguarda listo para su publicación. Sin embargo, Ella continúa frente a la computadora, con una actitud que refleja lo que debe ser la sinapsis de sus neuronas tratando de dar en ese momento con lo que están seguras se les ha escapado: ceño fruncido, miradas de un lado a otro, golpeo de los dedos contra el tablero del teclado.
—¡Cierto! —piensa de pronto— me falta lo más importante, la presentación. ¿Cómo olvidarlo? Pero, ¿cómo hacerla? No quiero caer en un texto aburrido que no enganche a los lectores; menos en el más barato convencionalismo de decir: “bienvenidos, este blog trata sobre...blá, blá, blá”.
Por un momento, Ella quisiera ser periodista, para así poder tener la capacidad de realizarse una entrevista a sí misma; una donde haya una pregunta y una repregunta, una donde el que lee logre tener una visión lo más completa posible del personaje y su labor.
—Pero no lo eres —dice entre risas—, o al menos no para hacer las veces del entrevistador y el entrevistado. Suficiente has tenido con dejar salir a esa mujer que durante tanto tiempo estuvo escondida dentro de ti, callando y aceptando todo para sentirse un poco querida.
De pronto, una voz femenina interrumpe el monólogo que Ella empezaba a sostener consigo misma, y una serie de preguntas comienzan a proferirse hacia su rostro, como si la desconocida dama hubiese escuchado no sólo sus palabras, sino también sus pensamientos, y hubiese decidido complacerla sin pedir nada a cambio.
—A ver Ella —dice la recién aparecida mujer— ¿qué es lo que quieres expresar?, ¿el porqué creaste este blog? Pues, termina de decirlo, mira que ahora somos dos, yo pregunto y tú solamente respondes. ¿No es eso lo que querías?
Ella se queda sorprendida; sin embargo, no puede evitar sentir una atracción hacia la situación, y decide seguirle el juego a la desconocida, mucho más cuando últimamente era común el que se dejara llevar por el deseo de experimentar lo desconocido y dar rienda suelta a lo que su cuerpo le pidiera.
—Pues, lo creé porque ya no lo pude evitar. El encontrarme con escritos en distintos cuadernos, y el leerlos, me hizo pensar que era hora de asentarlos todos en un mismo soporte, como muestras de una etapa que sin duda marcó mi vida, pero que también fijó el inicio de mi evolución como mujer.
—¿Muestras de una etapa que marcó tu vida?
—Sí, de hecho por eso lo denomino Confesiones detrás de un velo, porque lo que aquí está recopilado es el producto de mis experiencias personales, claro aunque escondidas tras un seudónimo; la consecuencia de varios días y noches de reflexión interna, de preguntas acerca de una relación que nunca llegó a ser tal, de dolores que nunca fueron expresados abiertamente, sino que sólo fueron plasmados en un papel, y de inquietudes que luego de lo que he vivido siguen apareciendo en mi mente.
—¿Y por qué esconderte tras un seudónimo?
—Mi error siempre ha sido callar. De alguna manera callar me ha servido para esconderme y protegerme, no mostrarme cuán frágil puedo llegar a ser. Si bien ahora decidí escribir, digamos que no termino de superar esa inclinación, y por eso la utilización del seudónimo. Sin embargo creo que quien lea este blog me podrá conocer mejor que cualquiera que lo haya hecho viendo primero mi cara, así que el seudónimo tampoco es una limitante.
—¿Algo de misterio?
—Sí, aunque también el anonimato es consecuencia de que creo que lo que escribo podría en algún momento identificarse con lo que sienten o han sentido otras mujeres. Entonces, de ser así, ¿para qué escribir nombres de terceros?, una mujer siempre será una mujer, blanca, negra, alta, baja, al igual que un hombre.
—Y de los lectores, ¿qué esperas?
En ese instante Ella hace un alto en la conversación. Sus dedos dejan de teclear en la computadora, y de nuevo vuelven a golpear el tablero. Todo queda en silencio como al principio, salvo la mente de la naciente bloguera, quien se pregunta:
—¿Será éste un buen escrito para empezar? Que lo digan los comentarios...